A veces vemos una pareja en la calle y nos quedamos sorprendidos.
«Uy, pero...¿qué le vio él a ella?» decimos, o viceversa, ella a él.
Y no entendemos cómo él/ella puede estar tan prendado de su pareja,
y tanto, que ni se le ocurre serle infiel con otro/otra. Ni lo necesita.
Asimismo... ¿quién puede entender el amor de un alma enamorada de Dios?
Un alma que ha descubierto Su Belleza, Su Amor, Su Ternura, Su Sabiduría, Su Bondad...
Y que, como San Agustín, habiendo encontrado a su Amado, se lamenta
por todos los años desperdiciados, diciendo:
«Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, ¡tarde te amé!»...
Con razón dice el Señor en Mateo 19: 12: «¡El que pueda entender, que entienda!».
Pero los que no entienden no tienen derecho a juzgar al alma que no desea poseer
ni ser poseída por nadie más que por Él.
Por eso, HABLANDO CLARO, el problema del Padre Alberto es simplemente un
problema de Amor. Tanto como el de cualquier marido que ha dejado de amar
-suficientemente- a su esposa, y por eso se ha encandilado por otra.
Para quienes deseen profundizar en la doctrina del Celibato -para poder
defenderlo- ofrecemos a continuación este breve escrito.
EL CELIBATO EN LA BIBLIA Y EN LA PRÁCTICA.
El caso puntual del ex-obispo Lugo, como el del Padre Alberto Cutié, han servido para que el anticatolicismo
ataque una vez más la doctrina del celibato sacerdotal; tan odiada porque es un ejemplo vivo de lo que es
realmente AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS, y esas cosas incluyen una familia propia, esposa/o e hijos.
El celibato implica renuncia, sacrificio, pureza, entrega, fidelidad, cosas que el hombre hedonista rechaza de plano.
Para estar seguros sobre la doctrina católica del Celibato Sacerdotal, profundizaremos en dos aspectos:
La Base bíblica del Celibato y la Respuesta a los cuestionamientos prácticos al mismo.
Base bíblica del Celibato.
En el Antiguo Testamento, precristiano, no aparece la virginidad claramente ligada al estado religioso.
Sin embargo, Dios hace un anuncio velado de la superioridad del estado religioso (los escogidos por Dios)
sobre el estado matrimonial.
En el Salmo 16, versículos 5 y 6, la Palabra nos dice que a los escogidos de Dios les toca la mejor parte,
lo cual implica que hay otros, no escogidos, quienes no tienen esa mejor parte.
«Tú eres mi bien, la parte de mi herencia, mi copa. Me ha tocado en suerte la mejor parte, que Dios mismo
me escogió».
En el Nuevo Testamento ya aparece el valor religioso de la Virginidad en todo su fulgor:
En Mateo 19: 18, Jesús nos revela que, en la era precristiana, muchas cosas les fueron permitidas a los
hombres a causa de «la dureza de sus corazones», pero que al principio no fue así.
El estado inicial del hombre, mucho más perfecto, es restaurado por Jesús con su sacrificio en la Cruz.
En Mateo 19: 12, Jesús nos da un signo nuevo, característico del hombre nuevo, restaurado:
“…algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados
por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse por amor del Reino de los Cielos. ¡El que pueda
entender, que entienda!”.
La expresión «no casarse por amor del Reino de los Cielos» confiere a la virginidad un carácter religioso.
De este signo nuevo, Virginidad por Amor a Dios, Jesús mismo es ejemplo: Jesús no se casó para así poder
entregarse totalmente a la obra que su Padre le había encargado.
El carácter religioso de la Virginidad también tiene un signo esplendoroso en la Virgen María, símil del Arca de
la Antigua Alianza, la cual, habiendo contenido la Gloria de Dios, no podia ser tocada por mano humana.
(1ra. de Crónicas 13: 9-10).
Ella es el Arca de la Nueva Alianza que Dios va a pactar con la humanidad: Arca intocada por mano humana,
Arca Virginal, Arca Sellada.
En Mateo 19: 29, Jesús explica el premio de quienes han renunciado a casarse y tener hijos (voto de castidad)
y han renunciado a los bienes terrenos (voto de pobreza) por Amor a Dios:
«Todos los que han dejado sus casas, o sus hermanos o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o
bienes terrenos, por causa mía, recibirán la vida eterna».
¡No premia Jesús al hombre que abandona a su esposa e hijos, sino al que, por Amor a Dios, renuncia
anticipadamente a tenerlos!
En Capítulo 7 de la Primera Carta a los Corintios, Pablo, quien libremente ha optado ser virgen, da una
explicación de la excelencia de la Virginidad por Amor a Dios:
• Para lograr una oración más intensa, el hombre necesita estar alejado de la conyugalidad:
“Ahora responderé a lo que ustedes me han preguntado por escrito: Es bueno para el hombre abstenerse de la
mujer. Sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada hombre tenga su propia esposa, y cada mujer, su
propio marido. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por algún tiempo, a fin de poder
dedicarse con más intensidad a la oración; después vuelvan a vivir como antes, para que Satanás no se
aproveche de la incontinencia de ustedes y los tiente”.
• La opción de la Virginidad por Amor a Dios es UN DON DE DIOS para sus elegidos:
“Mi deseo es que todo el mundo sea como yo, pero cada uno recibe del Señor su don particular: unos éste,
otros aquél”.
Es lo mismo que nos enseña Jesús en Juan 15: 16:
"No son ustedes los que me eligieron a mí, sino Yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den
fruto, y ese fruto sea duradero".
• Sin desaconsejar el matrimonio, que es también un Don de Dios, Pablo aconseja como un estado más excelente
la Virginidad por Amor a Dios:
“A los solteros y a las viudas, les aconsejo que permanezcan como yo. Pero si no pueden contenerse, que se
casen; es preferible casarse que arder en malos deseos”.
“Acerca de la virginidad, no tengo ningún precepto del Señor. Pero hago una advertencia, como quien, por la
misericordia del Señor, es digno de confianza. Considero que, por las dificultades del tiempo presente, lo mejor para
el hombre es vivir sin casarse. ¿Estás unido a una mujer? No te separes de ella. ¿No tienes mujer? No la busques.
Si te casas, no pecas. Y si una joven se casa, tampoco peca. Pero los que lo hagan, sufrirán tribulaciones en su
carne que yo quisiera evitarles”.
“Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como
si no la tuvieran. Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes”.
• Pablo explica la necesidad fundamental de la Virginidad para una consagración plena al servicio de Dios:
“El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor. En cambio, el
que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y así su corazón
está dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor, tratando
de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa de las cosas de este mundo,
buscando cómo agradar a su marido”.
• Pablo también explica la seguridad que sienten quienes libremente optan por la Virginidad por Amor a Dios:
“En cambio, el que decide no casarse con ella, porque se siente interiormente seguro y puede contenerse con
pleno dominio de su voluntad, también obra correctamente”.
• Finalmente, Pablo insiste en la superioridad de un estado (virginidad) sobre el otro (matrimonio), aunque los dos
sean buenos y los dos sean un Don de Dios:
“Por lo tanto, el que se casa con la mujer que ama, hace bien; pero el que no se casa, obra mejor todavía”.
“La mujer permanece ligada a su marido mientras éste vive; en cambio, si muere el marido, queda en libertad para
casarse con el que quiera. Pero en esto, debe ser guiada por el Señor. Sin embargo, será más feliz si no vuelve
a casarse, de acuerdo con mi consejo. Ahora bien, yo creo tener el Espíritu de Dios”.
Respuesta a los cuestionamientos prácticos al Celibato Sacerdotal.
• El argumento de permitir el matrimonio a los sacerdotes para evitar la fornicación es tan ilógico como
permitir la poligamia para evitar la infidelidad matrimonial.
Quienes alegan que «un sacerdote tiene derecho al amor», ¿no se han dado cuenta que eso exactamente
es lo que alega la persona que, abandonando hogar, esposo/a e hijos, dice que «lo hace por amor» a una
tercera persona?
Tan o más doloroso que el amor traicionado de un esposo/a, es el amor traicionado de Dios.
¡A Dios, al igual que a ese esposo/a, le juraron voluntariamente amor exclusivo y eterno en el altar!
Un sacerdote enamorado de Dios no tiene necesidad alguna de tener mujer, así como un esposo enamorado
de su esposa, no tiene necesidad alguna de tener otras mujeres.
La fidelidad a la vocación, tanto sacerdotal como matrimonial, la da el grado de Amor a Dios que tenga
la persona.
• El que se sienta llamado a servir a Dios de una forma más plena, pero sin renunciar al matrimonio, tiene la
excelente opción del Diaconado, pues un diácono ejerce varias funciones sacerdotales como administrar el
Sacramento del Bautismo, el Sacramento de la Unción de los Enfermos y el Sacramento del Matrimonio, quedándole
vedado ejercer únicamente el Sacramento de la Reconciliación y de la Eucaristía, cuyo misterio exige la consagración
total de la persona.
El Diaconado es una plena y extraordinaria opción para la santificación de la persona, como lo muestra el Santo
Patrono de los Diáconos, San Esteban, quien es también honrosamente el primer mártir cristiano.
• Pongamos un ejemplo práctico para ilustrar la necesidad del Celibato en un sacerdote.
Supongamos que un sacerdote está casado, y es el único sacerdote en 100 km. a la redonda, en una zona rural de
un país. Una noche, a su mujer próxima a dar a luz, le sobreviene una hemorragia intensa. En el mismo momento en
que sale con su mujer para la clínica, aparece lloroso un campesino de los alrededores, diciendo que su padre, enfermo
de cáncer y alejado de Dios, ha entrado en agonía, recibiendo de Dios la gracia de la conversión in extremis, y llama a
gritos a un sacerdote para que lo confiese.
¿Qué hace el sacerdote de Dios, deja que el pobre hombre muera inconfeso o deja que su mujer e hijo mueran
desangrados?
Dios, en su infinita sabiduría, ha previsto esto, otorgando el DON sobrenatural del deseo de la consagración virginal
(libre, querida, voluntaria) al alma escogida por Dios para el estado sacerdotal.
Quienes no han recibido este Don, y más aún, quienes se encuentran sumidos en la lujuria exacerbada del mundo actual,
¡jamás van a poder entender esta Gracia ni la felicidad que aporta al alma!... y por eso critican lo que no entienden
(Mateo 19: 12).
Conclusión.
Con Lugos, Albertos o sin ellos, los enemigos de la Iglesia, inspirados por el único verdadero enemigo que es satanás,
siempre encontrarán argumentos para denigrarla.
Los enemigos no repararán ni siquiera en distorsionar hechos históricos para difamarla.
(Sobre esto podemos informarnos en el libro “Leyendas Negras de la Iglesia”, del converso italiano Vittorio Messori, que
desmonta las más conocidas calumnias anticatólicas: La Inquisición española, La Conquista de América, La Revolución
francesa, Galileo, Los nazis y la Iglesia, los Hermanos Separados y la Iglesia, la Pena de Muerte, etc).
Otro ejemplo perverso son los libros-películas de Dan Brown, “Ángeles y demonios”, y “El Código Da Vinci”, repletos de
comprobables mentiras históricas, religiosas y artísticas.
No creer en la Iglesia por culpa de los malos sacerdotes, es igual que no creer en Jesús por culpa de Judas.
La Iglesia Católica la fundó Jesús (Mateo 16, 18) y la amó tanto que murió por Ella (Efesios 5, 25).
Si Jesús murió por la Iglesia (es decir por nosotros, los bautizados, a quienes Jesús ya no nos llama "siervos" sino
"amigos": Juan 15: 13-15)...
…¡pues los amigos de Jesús estaremos siempre dispuestos a dar nuestras vidas por defenderla!
Célibes Famosos en la Biblia:
Jesús, María, José (que respetó a la Madre del Verbo Divino), Juan, Timoteo y Pablo.
Célibes Famosos del comienzo del cristianismo:
Los herederos de los apóstoles, quienes bebieron su fe directamente de ellos y murieron todos mártires:
Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Ireneo de Lyon, Justino, Clemente Alejandrino,etc.
Es importante hacer notar a los hermanos separados (que atacan el Celibato) que todos ellos vivieron ANTES
del año 313, cuando el emperador Constantino permitió la práctica libre del cristianismo en el Imperio Romano.
También en caridad debemos hacerles notar a los hermanos separados que, en 1ra. de Timoteo 4: 1-3, cuando
San Pablo habla de «doctrina de demonios», se refiere a la secta de los Maniqueos, contemporáneos de él,
quienes prohibían a todos casarse... Es muy gracioso que se basen en estos versículos para denigrar el celibato,
pues... ¡el propio Timoteo era célibe!
Que el Espíritu Santo nos llene de Fortaleza en esta nueva persecusión a la Iglesia.
Amén.
Tarde te amé, de San Agustín.
¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!
Y ves que Tú estabas dentro de mí y yo fuera,
y por fuera te buscaba;
y deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste.
Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo.
Me retenían lejos de Ti aquellas cosas
que, si no estuviesen en Ti, no serían.
Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera:
brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume y respiré,
y suspiro por ti;
gusté de ti, y siento hambre y sed;
me tocaste y me abrasé en tu paz.
San Agustín